Nosotros somos...
Estas personitas , los creadores del blog: Elías, Gaby P., Bellu; Mari, Sele; Maru, Cami, Pau, Melu, Angie, Popis, Leo, Rocío, Romi, Gaby R. Todos tenemos entre 13 y 16 años. Estamos en 8vo/ 2do "A" del Ciclo Básico Común. Vivimos en María Grande Entre Ríos cerca de Paraná, capital de la provincia. El Instituto en el que estudiamos tiene el mismo nombre que la ciudad.
En nuestro blog van a encontrar gotas de música, de cine, de libros, mezcladas con algunas gotas veladas que hablan de nuestra vida adolescente.
Disfruten de nuestra "Lluvia de ideas".

lunes, 11 de octubre de 2010

El caso de la libreta de notas



El tercero medio A del colegio Buenaventura era un curso bastante revoltoso. Ese viernes entregaban las notas del trimestre, y la señorita Leonor dejó el alto de libretas blancas en una esquina de su escritorio. La totalidad de los veinticuatro alumnos fijó sus ojos muy abiertos en ellas: el panorama que presagiaban esas libretas no era muy alentador.
-Tengo rojo en matemáticas- susurró la gorda Marcela.
_ Yo en química- cuchicheó Andrés, pálido por encima de sus pecas.
-¡Adiós, fiesta!- suspiró Catalina, soplando con desánimo su chasquilla.
-¡Silencio!-interrumpió la señorita Leonor-. Quiero decirles que en general el rendimiento del curso durante este trimestre ha sido pésimo, y las notas, muy malas… Repartiré las libretas durante la última hora de clases, y tendrán que traerlas firmadas el lunes, sin falta.
La profesora, luego de sentarse en su silla, llamó a Mauricio al pizarrón. El muchacho, que tenía fama de mateo, comenzó a resolver una complicada ecuación, la clase siguió lenta y pesada.
Media hora después una campanilla animó levemente las sonrisas en los rostros: todos guardaron sus libros y salieron al recreo.
-¿Cómo convencer a la profe para que no nos entregue las notas hasta el lunes?- preguntó Marcela, sin ánimo ni para comer su emparedado de queso.
-¡Sueñas!- le contestó la lánguida Constanza.
-Es que el asusto es grave: ¿nos quedaremos sin fiesta, Connie!- El gesto de Constanza era de absoluto desaliento. Se afirmó en la vieja palmera, en una pose de actriz dramática.
En ese momento se acercó Mauricio.
-¡Al paso que van mis porras compañeras- dijo-, tendré que bailar solo en la fiesta si entregan hoy las libretas…
-¡El genio Mauricio!¡Nunca pierde oportunidad de hablar de sus maravillosos sietes!- comentó Marcela, dándole la espalda.
-No sean tontas, nenas, si lo único que quiero es que todos vayamos a la fiesta.
- Nosotros también queremos. ¿Qué propone el genio? -interrogó Constanza, sin perder su desgano.
-Un ardid para evitar que nos entreguen las libretas- respondió Mauricio, muy serio-. No olviden que tengo que conquistar a Catalina…
Marcela al oír esto, levantó una mano y gritó:
-¡Eh ¡ ¡Tercero! ¡Reunión: el genio tiene un plan!
-No seas tonta, Marcela, si usaras más tu cabeza…-Mauricio llevó un dedo a su propia sien y luego se alejó con expresión hosca.
Andrés y Catalina se acercaron a las dos amigas, que se habían quedado mudas, contemplando a Mauricio.
-Con Catalina hemos estado pensando que hay que evitar, como sea, la entrega de esas notas.
-Otro genio que descubrió América: ¡todos sabemos que con esas notas hay que olvidarse de la fiesta! –Se enojó Marcela-. Pero hasta ahora nadie ha propuesto una solución…
Connie golpeó con rabia el tronco de la palmera, y luego, con un gesto asustado, mostró la yema de su pulgar herido por una pequeña astilla.
-Una que se fue a la enfermería-comentó Andrés.
-Y otra que se va a la biblioteca: tengo que devolver un libro. –Catalina partió corriendo.
Andrés y Mauricio quedaron pensativos.
-Bueno, no me queda otra que resignarme a un sábado sin fiesta: estoy sentenciado-dijo Andrés con tono sepulcral.
Marcela quedó sola.
-¿Resignación?-repitió para sí-¡Ah, no, eso nunca!- Y caminó a grandes zancadas en dirección opuesta a la de su amigo.
Al poco rato la campanilla anunció el final del recreo y el comienzo de la última hora de clases. Los alumnos entraron a su sala en forma estrepitosa y cada uno tomó asiento en su lugar. En ese momento estalló la voz de la profesora:
-¿QUIÉN SACÓ DE AQUÍ LAS LIBRETAS DE NOTAS?
Un silencio total fue la respuesta.
La señorita Leonor insistió, en tono aún más agudo:
-Repito, por si no han entendido:¿quién sacó de aquí las libretas?
Los alumnos se miraron asombrados, pero ni una palabra salió de sus bocas.
La profesora, entonces, se levantó de su silla.




-Niños: esto no es broma. Es gravísimo. Por última vez: ¿quién fue el gracioso o graciosa? Es mejor que se levante ahora…
Ni un suspiro se escuchó. Marcela observaba a sus compañeros en una inmovilidad total. Connie miraba a Marcela. Mauricio disimulaba una sonrisa con Catalina. Andrés rayaba con insistencia la tapa del cuaderno. Un aire de expectación, mezclado con mal disimulada alegría, flotaba en el ambiente. La voz de la profesora ahora amenazaba:
-Ustedes saben que este es motivo de expulsión, pero les daré la última oportunidad: me iré de la clase sólo por cinco minutos y, a mi regreso si no están las libretas sobre el escritorio, comunicaré el hecho a la dirección.
Calló uno segundos, y luego prosiguió:
-Les doy una oportunidad para ser honestos. Si se presenta el culpable, el castigo no será tan drástico. Si no sucede así alguien arrastrará a todo el curso con él.
Y salió de la sala.
En el primer momento nadie habló ni se movió. Estaban todos paralizados. Hasta que de pronto una figura- conocida por todos los lectores- se incorporó de su banco y caminó hacia el closet de los útiles. Tomó con ambas manos el alto de libretas, escondidas tras las cajas de tiza, y, ante el estupor de sus compañeros, avanzó hacia el escritorio de la señorita Leonor.
Cumplido el plazo, cuando la profesora regresó, las veinticuatro libretas blancas ya estaban en su lugar.
La señorita Leonor las tomó sin decir ni una palabra. El curso entero estaba pendiente de sus más íntimos gestos. La oyeron suspirar, y vieron cómo trataba, al aparecer, de borrar una manchita sobre la primera libreta. Su cara no reflejaba ninguna emoción; pero a sus alumnos, que ya la conocían, no les cupo duda que ella estaba decidiendo algo. En ese momento habló.
-Bien…, ahora falta que se presenta el culpable.
Como el silencio se prolongaba, la maestra caminó entre los escritorios para observar con detención a sus alumnos. Los niños, nerviosos, se mantenían inmóviles. Catalina apenas si respiraba; Mauricio se mordía el labio; Connie daba vueltas al anillo con su dedo, Andrés retorcía el lóbulo de su oreja, y Marcela hacía lo ojos en actitud de mártir.
Cuando el recorrido hubo finalizado, la voz fue tajante:
-Quiero que sepan que ya me he enterado de que quién es el responsable.
Y dijo un nombre.
La profesora no se equivocaba.
Con gesto compungido, la persona aludida confesó su culpa.

Hábil lector: la señorita Leonor fue muy sagaz. ¿Qué vio ella en su paseo entre los alumnos que la llevó a descubrir al culpable?

Jaqueline Balcells, Ana María Güiraldes.

11 comentarios:

Camila y Romina dijo...
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Anónimo dijo...

Mmm...para nosotras fue Catalin, para que todos los chicos puedan ir a su fiesta.

Rocío, Angela y Mara dijo...

Mmm... Para nosotras el culpable fue Mauricio, ya que era el chico que al tener buenas notas, no le importó ser el que halla escondido las libretas... Además en la conversación que tuvieron dijo que tenía planes, para que todos pudieran ir a la fiesta y para que pudiera conquistar a Catalina.

Paula y Selene dijo...

El cuento está bueno y entretenido, la culpable para nosotras fue Constanza porque ella fue la que se lastimó golpeando la palmera, sin darse cuenta con su pulgar manchado tomó las libretas, las manchó y luego la profesora vió la mancha y la limpió sin que nadie se de cuenta...

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Romina y Camila dijo...

Nosotras creemos que que la profesora se dio cuenta quien escondio las libretas porque quien lo hizo (Marcela)tiene las manos manchadas con tiza

Elias y Maribel dijo...

Mmm...para nosotros fue Catalina,para que todos los chicos puedan ir a su fiesta.

Anónimo dijo...

Nosotros elegimos a Constanza porque cundo la profesora cruzo entre los bancos vio que ella no hizo ningun gesto.
Melisa y Gabi

Anónimo dijo...

para mi fue connie porque ella se irio el dedo y al tomar la libreta dejo la mancha
jennyfer velasques

Benjamin dijo...

La Que Escondio La Libreta Fue ... Connie Porque Ella Es La Que Mancha La Libreta Con Sangre Y La Profesora Dice "...La Profesora Limpia La Primera Hoja De La Libreta De Notas"

Unknown dijo...

fue Connie Constanza la culpable porque en la primer libreta avía quedado una mancha y connie se avía pinchado en el árbol cuando se apoyo y dijo que avía al hospital y fue ahí cuando entro a la clase y escondió las libretas...Me di cuenta que fue ella por lo del dedo y porque también ella cuando la profesora paso por los corredores haber cual era el culpable connie estaba con la mano abierta y girando el anillo.

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